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Crónica y Fotos del AZKENA ROCK FESTIVAL 2014

Crónica: Javier Parro

Fotografías: Eneko Garcia Ureta

SABADO 21

El sábado amaneció soleado y radiante pero las previsiones climatológicas anunciaban lluvias para la tarde gasteiztarra por lo que el chubasquero y las gafas de sol eran obligatorias. 

Afortunadamente la lluvia se limitó a un aguacero que observamos divertidos en la sobremesa y que nos impidió llegar a tiempo a la actuación de Niño Coyote eta Chica Tornado y llegamos a la carpa a tiempo para la actuación de las glamourosas Deap Vally, que habían congregado a bastante gente interesada en el simplista pero rocoso blues-rock del dúo. Por desgracia el bolo se lastró definitivamente por un fallo técnico en la guitarra cuya solución se demoró más de lo deseado, momento durante el cual la batera aprovechó para cantar el cumpleaños feliz a su compañera guitarra. El concierto se reanudó con un largo y lento blues que no ayudó a remontar acabando con un contundente tema que sirvió para demostrar al garra rockera de las angelinas.

En el escenario principal se daban cita The Temperance Movement, un grupo escocés que conocimos y disfrutamos el pasado otońo gracias a su rock inspirado en la tradición sureńa puesta al día por The Black Crowes, los Screamin' Cheetah Wheelies o los más actuales The Delta Saints. Comenzaron contundentes con el tema "Ain't No Telling", un blues rock impulsado por sendas (e iguales) Telecaster y la voz rasgada de un vocalista que danzaba poseido por el espíritu de Chris Robinson, para continuar con dos potentes temas, "Battle Lines" y "Take It Back", con el público coreando su simple pero pegadizo estribillo. Continuó el set con un tema lento de aire country, "Smouldering", una de las dos baladas junto con "Pride" que tocaron en el concierto y que sonaron de lujo en la soleada tarde, para finalizar con el febril "Midnight Black", dejandonos con un muy buen sabor de boca.

Sin solución de continuidad nos dirigimos corriendo a la carpa para coger buen sitio y ver de cerca a The Strypes, el grupo al que teníamos más ganas de todos los que tocarían a lo largo del fin de semana en Mendizabala. Elegantemente vestidos, con escogida estetica modernista, aunque el guitarra lucía corbatín rocker y zapatos tipo creepers, el cuarteto juvenil derrochó chulería, arrogancia y engreimiento rockero mientras nos daban una lección de primitivo rock inspirado en el rhythm & blues sesentero que practicaron The Who, The Yardbirds o los Stones, puesto al día en los setenta por los popes del pub-rock, Dr. Feelgood y sin desdeñar la faceta pop del revival mod via The Jam.

 

Con sobrada pericia técnica, el guitarra tocaba como un diablo tanto con su Gibson SG como con la preciosa Firebird que sacó en un par de temas. La base rítmica era de escandalo con el batería aporreando los bombos con una fuerza que no correspondía a su edad. Apuesto a que no tenía edad para beber la cerveza que se expedía por litros en las barras, y el bajista recordandonos a un joven John Entwistle merced a esos solos y riffs de bajo a lo largo de la canción y el cantante con ese aspecto de perdonavidas que recordaba a un joven Van Morrison sorprendieron a todo el mundo con un repertorio que mezcló temas propios como "What a Shame", "She's so Fine", la bluesy "Angel Eyes" con guiño zeppeliniano de regalo o "Blue Collar Jane" con versiones como "You Can't Judge a Book by the Cover", un clásico de Bo Diddley, el power-popero "Heart of the City" de Nick Lowe o el "Rollin' and Tumblin'" interpretado por multitud de artistas consiguiendo poner la carpa patas arriba, con las primeras filas bailando y botando como locos y consiguiendo que su bolo fuese el mejor de la jornada y del festival.

 

Una tremenda banda con todo el futuro a sus pies y de la que habrá que ver cuales son sus siguientes pasos.

Mientras nos frotabamos los ojos tras el vendabal que había arrasado Mendizabala nos sorprendieron los sones de "Blister In The Sun" que al otro lado del recinto interpretaban los Violent Femmes, por lo que de nuevo a la carrera cruzamos todo Mendizabala para coger buen sitio.

Que comenzaran con esa icónica canción significaba que iban a interpretar su mítico primer disco, "Violent Femmes" de 1982, al completo. Recientemente hemos tenido la oportunidad de ver a Josh Rouse reinterpretandolo, dandonos la oportunidad de recuperar un disco que quien esto escribe considera básico para entender mucha de la música indie de los últimos años, por lo que tener la ocasión de ver a la banda original hacer lo propio ha sido un lujo.

 

Así, disfrutamos de las diez canciones del disco desde el robusto "Kiss Off", el cadencioso reggae de "Please Do Not Go" que sonó de maravilla mientras el sol se ocultaba, "Confessions" con participación de sección de vientos, el rabioso de "Add it Up", el divertimento festivalero de "Prove my Love" o la coreada "Gone Daddy Gone", incluyendo el solo de xilofón a cargo de Brian Ritchie y sus gafas de sol de diva.

 

Lo dicho, un lujo que no fue compartido por gran parte del público que abarrotó el tercer escenario para ver a los Soulbreaker Company. Terminado el homonimo disco con la balada "Good Feeling" con Gano al violín, el grupo se dedicó a rescatar temas de sus otros discos ("Freak Magnet", "Gimme the Car", ...) para terminar con el coreado "American Music".

Joe Bonamassa, el siguiente en la carpa, sacrificó sus exhibiciones de pericia guitarrera en pos de un concierto más compacto, más destinado a un variopinto público que es el que acude a este tipo de eventos. No ibamos muy convencidos antes del bolo y nos fuimos igual de convencidos que empezamos.

 

Con tiempo de sobra nos acecamos a las primeras filas del escenario principal y coger un buen sitio para el concierto de Blondie. Allí nos encontramos con un público que no encajaba en el estereotipo azkenero y que coreaba y bailaba a ritmo de la música ambiental que sonaba en los momentos previos al comienzo del concierto... reggeatton?!!! uff... esto no presagiaba nada bueno. Comienza el concierto, aparece Debbie con una especie de pijama rojo y unos tremendos tacones a ritmo de "One Way or Another". Si bien la música estaba baja, la guitarra de Chris Stein no se oía y la voz de Debbie apenas se escuchaba. Tras "María", su hit noventero, decidimos ir hacia atrás, pero ahí tampoco mejoraba el sonido, así que optamos por disfrutar de los viejos exitos que la banda nos regalaba y bailotear de lo lindo con "Call Me", "Hanging on the Telephone" (flojo, muy flojo), "Rapture" con parte del "(You Gotta) Fight for Your Right (To Party!)" de los Beastie Boys al final del tema, "Atomic", "Heart of Glass" o "Dreaming", tema con el que terminaron el concierto.

 

Sonido bajo, Debbie Harry desmotivada, lenta y sin voz, demasiado protagonismo para los nuevos músicos, a pesar de que Clem Burke dio un clinic de batería, repertorio equivocado, etc, ... mil y un peros se pueden poner al pase de Blondie pero nosotros nos lo pasamos en grande.

 

Todavía se recuerda entre los más veteranos el bolo que los australianos Wolfmother dieron en la edición 2006 del Azkena Rock Festival y durante la primera parte del concierto de este año parecía que lo iban a repetir, pero mucho han cambiado las cosas en 8 años. La banda ha dejado de ser tal y ahora es el grupo del cantante y guitarra Andrew Stockdale, al que le acompañan dos mercenarios que en algunas ocasiones, sobre todo el batería, no estuvieron a la altura. Como decíamos, hasta "Woman" el bolo rayó a un alto nivel, pero luego bajó en intensidad aunque el nuevo tema "New Crown" resonó poderoso en la madrugada gasteiztarra, pero ni "California Queen", ni "White Unicorn" consiguieron remontar un bolo que terminó de explotar definitivamente con la tremenda "The Joker And The Thief". 

En el tercer escenario nos aguardaba el concierto de Niño y Pistola, una de las bandas nacionales más en forma junto con los cántabros Peralta. Presentaban nuevo disco, basado en una historia y semi-conceptual, difícil por tanto de reproducir en directo, pero salieron muy, pero que muy airosos del empeño, con un sonido de lujo sonaron de maravilla recordando a bandas como The Band o Dylan en temas que atraparon a quienes les concíamos como a quienes los vieron por primera vez. Conciertazo.

 

Para acabar la noche nos dirigimos al escenario principal a disfrutar de power-trio alemán Kadavar, que inundó el estrellado cielo vitoriano de rocosos riffs acompañados de una aplastante batería y un bajista poderoso. Buen concierto para cerrar la edición de este año del Azkena Rock Festival, una edición un tanto gris, pero en la que nosotros, particularmente nos lo hemos pasado en grande, y eso es lo que cuenta, ¿no?

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