Josh Rouse vs Violent Femmes: la crónica
Definitivamente la iniciativa "Izar & Star", de la que hemos hablado abundantemente en esta web ha insuflado de aire nuevo la escena musical bilbaína, abandonando esa concepción inicial de lo que parecía ser un ciclo de conciertos pasajero e instalándose de forma permanente en la agenda de conciertos.
En esta ocasión, aliados con Houston Party y su ciclo We Used To Party, nos presentaban a Josh Rouse interpretando el homónimo disco de debut de la banda americana Violent Femmes, fechado en 1983. Si bien en principio a algún amigo, viejo fan de los de Milwaukee, no le cuadraba la combinación, cuando le contamos que en agosto vimos a Rouse en formato básico y semi-acústico de trío conseguimos convencerlo. Porque una de las grandezas del primer disco de los Femmes fue transmitir la angustia juvenil de la opresiva época de Reagan a través de la sencillez instrumental de tres músicos y sus tres instrumentos.
Rara vez conseguimos aparcar a la primera pero esta vez lo hicimos por lo que nos dio tiempo a tomar algo antes del bolo y entrar con tiempo suficiente para ver a los teloneros, los zarautztarras Lou Topet, un joven cuarteto euskaldun que practica un rock de raíz americana con destellos alt.country y detalles folkies. Grupo a seguir.
Con los tres músicos dispuestos en línea, batería mínima -solo la caja- guitarra acústica y bajo acústico, dio comienzo al bolo con el mítico "Blister in the sun", dejando claro las intenciones de Josh Rouse: iba a tocar el disco en orden, nada de guardar los temas importantes para el final. Y así el correoso "Kiss Off" le siguió con la base rítmica perfectamente compenetrada, los Long Vacations con Xema Fuertes a la percusión y Cayo Bellveser al bajo. No en vano el bajo de Brian Ritchie y su aluvión de riffs y punteos es uno de los elementos esenciales de la música de los femmes, mientras la voz de Josh Rouse, cuyo timbre le aleja bastante de la original de Gordon Gano, se iba adaptando al tempo de las canciones. El cadencioso reggae de "Please Do Not Go", el furioso arranque de rabia de "Add it Up", el divertimento festivalero de "Prove my Love" o la coreada "Gone Daddy Gone", que contó la intervención de un cuarto miembro de la banda para que el percusionista se viera sustituido por este y pasara a encargarse del xilofón, fueron cayendo una tras otra, recibidas con entusiasmo por parte del público -media entrada- que coreó todos y cada uno de los temas.
Tras la última canción la balada "Good Feeling", Josh Rouse bromeó diciendo que el concierto había acabado, pero aun quedaba la parte del mismo correspondiente al repertorio del propio Rouse. Aprovechando que estaba acompañado por los Long Vacations, las primeras canciones las dedicó al disco grabado con la banda en el año 2011 y titulado "Josh Rouse and the Long Vacations" como "Diggin' in the Sand" o "Movin' On" temas de sonoridades latinas y mediterráneas que contrastaban con el repertorio de los Violent Femmes y que provocó que parte del público abandonara la sala. Tras la inspirada en los Kinks "Lazy Days", también incluida en el disco antes citado, dio paso a la recuperación por parte de Rouse de temas más antiguos y, en mi opinión, más inspirados, como la blue-eyed soul "Come Back (Light Therapy)" enlazada con "Ain´t no sunshine" de Bill Withers y la pop "Winter in the Hamptons" con la que terminaron.
Los bises comenzaron con Rouse en solitario interpretando con la acústica la preciosa "Julie (Come Out Of The Rain)" de su último disco "The Happiness Waltz" para incorporarse toda la banda en las dos últimas canciones, una desconcertante "Lemon Tree" y una enérgica, rítmica y divertida "Slaveship" de su disco "1972" que nos dejó a todos con ganas de más, pues fue la última canción del concierto.
Buen bolo en líneas generales, una primera parte excelente dedicada a un disco mítico e interpretada con las dosis justas de pasión y fidelidad al original y una segunda parte dedicada a temas propios en la que a mi parecer se pierde parte del potencial de las canciones de Rouse al reducir su interpretación a solo tres músicos. Aun así la calidad de los temas estaba presente y eso es lo importante.
Una nueva crónica de Javier Parro para Rock In Focus